El Domo Bolivariano de Barquisimeto fue el escenario de una final cargada de expectativas, pasión y contraste. Venezuela y Colombia, dos equipos que se consagraron en sus respectivas semifinales ante Argentina y Brasil, llegaron al último duelo del Campeonato Sudamericano Sub-15 Femenino buscando su primer título continental. Aunque ambas selecciones ya tenían en sus manos el pase a la FIBA AmeriCup Sub-16 del próximo año, la medalla de oro era la meta.
La hazaña de las colombianas fue motivo de celebración nacional, aunque con un sabor agridulce. Mabel Susana, integrante de la selección femenina de baloncesto, lo expresó claramente: “A pesar de todo, somos y seguiremos siendo las guerreras de siempre. Lástima que no nos valoren como se debe”. Sus palabras no solo reflejan el orgullo, sino también la constante falta de inversión y apoyo hacia el baloncesto femenino en Colombia. Mientras los éxitos se celebran, el respaldo efectivo sigue siendo insuficiente: una realidad que se evidenció especialmente este año, al no contar con una liga profesional para las deportistas.
El partido inició con un ritmo alto y un despliegue ofensivo notable de las colombianas, quienes lograron distanciarse por 10 puntos en el marcador. Colombia brillaba desde el perímetro, pero la respuesta de Venezuela fue rápida y estratégica. Con una defensa zonal bien planteada, las locales lograron frenar el ataque colombiano y recuperar terreno. El duelo entre Keren Bertel, que sumó 11 puntos para Colombia, y Albanys Ramírez, con 18 puntos para Venezuela, fue intenso y equilibrado. Al término del primer cuarto, Venezuela tomó ventaja con un 25-22.
Para el segundo cuarto, Colombia debió reajustar su estrategia ante la presión defensiva venezolana, que ya tenía a Keren Bertel bajo doble marca. El equipo colombiano encontró en Elba Escorcio y María Millán opciones ofensivas, que resultaron clave para mantenerse en la competencia. Mientras tanto, Venezuela amenazaba con despegarse en el marcador, pero el ritmo vertiginoso de juego impuesto por Colombia mantuvo la paridad. Al descanso, Colombia se adelantaba por la mínima, 43-42, en un enfrentamiento tan físico como táctico.
Las estadísticas al medio tiempo reflejaban la paridad del encuentro: Colombia alcanzaba un 30.2% en tiros de campo y un sólido 42.2% en triples. Venezuela, por su parte, se mostraba contundente con un 46.9% en tiros de campo y un 45.4% en triples. Aunque las colombianas dominaban los rebotes y robos, Venezuela imponía su presencia en la pintura con 20 puntos frente a los 10 de Colombia, además de realizar 7 bloqueos cruciales.
El tercer cuarto fue un duelo de desgaste. Las defensas endurecieron el juego y las posesiones se alargaron. Colombia comenzó a acumular faltas rápidamente, lo que obligó al entrenador Ricardo Pinzón a reservar a María Millán, quien era una de las principales armas ofensivas del equipo. Venezuela aprovechó la oportunidad y, con un juego interior sólido, consiguió una ventaja en el marcador, cerrando el tercer cuarto 59-52.
La presión de la afición venezolana en el Domo Bolivariano era palpable. Con cada avance local, el ruido ensordecedor se hacía sentir, mientras Colombia trataba de encontrar respuestas en su esquema de juego. La falta de opciones ofensivas en un momento clave pasó factura, y aunque Millán regresó a la cancha, Venezuela aprovechó el cansancio colombiano para explotar el contragolpe y abrir la brecha.
La recta final mantuvo la tensión y el fervor de la afición venezolana. A pesar de los intentos colombianos, el cansancio y la presión de la defensa rival limitaron su efectividad ofensiva. Venezuela encontró los espacios necesarios para anotar desde el perímetro y sentenció el partido con un marcador final de 72-59, coronándose campeona del Sudamericano Sub-15.
Colombia concluyó con un 23.7% en tiros de campo y un 37% en triples, destacando en defensa con 11 robos y 51 rebotes. En el plano individual, María Millán aportó 13 puntos, incluyendo cuatro triples, y sumó 7 rebotes. Keren Bertel, la estrella ofensiva del torneo, logró 14 puntos y 4 rebotes y fue reconocida en los premios individuales del torneo como parte del quinteto All-Star. Por su parte, Elba Escorcio se unió con 13 puntos, dos triples y 4 rebotes.
Este subcampeonato marca un hito para el baloncesto femenino colombiano, con la clasificación a la AmeriCup como recompensa al esfuerzo de un equipo que solo contó con seis días de preparación, una notable desventaja frente a las campeonas venezolanas, quienes entrenaron durante 47 días en dos módulos. Es un logro histórico que enorgullece a Colombia, pero que también deja al descubierto las profundas falencias estructurales del baloncesto colombiano, donde los éxitos se reconocen, pero los recursos escasean. Sobre esto, el entrenador Ricardo Pinzón expresó: ‘Vamos a tratar de que en nuestro país mejoren los procesos de entrenamiento,’ dejando claro el compromiso del equipo por impulsar mejores condiciones para futuras generaciones.
Estas jóvenes guerreras han demostrado que tienen la capacidad y el talento para competir al más alto nivel, pero el camino hacia una verdadera inversión y apoyo sigue pendiente. En esta final, Colombia no solo disputó una medalla; puso en evidencia la necesidad de un cambio profundo para el desarrollo del deporte femenino en el país.