Volver a competir tras una caída no solo exige condición física, sino una mente fría y una voluntad intacta. Para David Alonso, el Gran Premio de Italia era más que una carrera: era la oportunidad de reencontrarse con su mejor versión luego del accidente sufrido en Aragón. Y el joven del CF Moto Aspar Team respondió con temple y talento, protagonizando una de las remontadas más sólidas de la jornada en el Autódromo Internacional del Mugello.
Durante la clasificación del sábado, Alonso se mostró competitivo: marcó un tiempo de 1:50.099 que lo dejó en la 11.ª posición, a menos de medio segundo del brasileño Diogo Moreira, quien se quedó con la pole. Los españoles Arón Canet y Albert Arenas completaron el trío de punta, en una sesión muy ajustada donde las décimas marcaron grandes diferencias.

Sin embargo, la carrera del domingo empezó cuesta arriba. Desde el encendido de luces, el piloto colombo-español se vio superado por varios rivales y cayó hasta la 17.ª casilla en la primera vuelta, en medio del caos habitual de la frenada inicial en Mugello. En ese momento, parecía que su fin de semana quedaría en blanco. Pero David tenía otros planes.
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Lo que siguió fue una recuperación paciente, agresiva cuando fue necesario, pero siempre inteligente. Superó a nombres importantes como Joe Roberts y Marcos Ramírez, y poco a poco fue avanzando posiciones. En el último tercio de la carrera, su ritmo fue constante, dejando atrás al belga Barry Baltus, y cerrando en un meritorio octavo lugar, a menos de un segundo del español Izan Guevara.

El resultado le entrega ocho puntos valiosos en el campeonato y, sobre todo, le devuelve sensaciones positivas tras el golpe en Aragón. En una carrera donde Manuel González se llevó su primera victoria del año, seguido por Arenas y Canet, lo de Alonso no fue solo una remontada: fue una declaración de intenciones. Está de vuelta.
Con un calendario que no da tregua, David deberá seguir afinando su ritmo y evitar las desconcentraciones en las primeras vueltas. Pero si algo quedó claro en Italia es que el talento y la mentalidad siguen ahí. Y eso, en Moto2, vale tanto como una pole.
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