En un torneo donde cada partido cuenta, no solo en el marcador sino en la construcción del futuro, Colombia volvió a la cancha este viernes para enfrentar a Puerto Rico por las semifinales de la reclasificación del puesto 17 en el Campeonato Mundial Sub-19 de Voleibol. Con el impulso de su victoria frente a Canadá y un día de descanso necesario, la ilusión de escalar posiciones seguía viva. Pero una vez más, la irregularidad marcó el destino.
Un inicio desconectado

El primer set dejó ver a una Colombia con las mismas fallas que ha arrastrado durante todo el campeonato: desconexión inicial, problemas en el armado ofensivo y poca contundencia en el ataque. Puerto Rico, mucho más claro desde el servicio y con ataques veloces, impuso condiciones desde temprano y cerró con autoridad el set 25-17.
Reacción a tiempo, pero sin continuidad
La respuesta de Colombia llegó en el segundo episodio. Con mayor agresividad y precisión en los remates, logró equilibrar el juego hasta llegar al punto 24 igualado. En ese momento crítico, la tricolor sacó carácter y se llevó el set 26-24. Fue un golpe anímico que ilusionó con una remontada.

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Pero el tercer set trajo de vuelta los vacíos estructurales del equipo. Puerto Rico ajustó su bloqueo, encontró grietas en la defensa colombiana y aprovechó cada ataque mal armado. Aunque Colombia lo intentó, el marcador de 25-20 reflejó nuevamente un juego sin variantes ni sorpresas.
El último intento

En el cuarto set, con la necesidad de forzar un quinto parcial, Colombia arrancó con mejor energía. Sin embargo, los errores no forzados reaparecieron, y la falta de alternativas ofensivas volvió a pesar. Puerto Rico se mostró más sólido en los momentos clave y cerró el partido con un 25-21, ganando el encuentro 3-1 y relegando a Colombia a disputar el partido por el puesto 19.
Una estructura que se sostiene en un solo jugador
En cifras, Colombia sumó 84 puntos totales (46 por ataque, 9 por bloqueo, 2 por servicio y 27 por errores del rival). Maicol Ortíz volvió a liderar al equipo con 17 puntos, pero también volvió a quedar expuesta la excesiva dependencia en su figura. El capitán ha sido brillante, sí, pero la falta de una segunda opción ofensiva vuelve predecible el juego colombiano. Sin variantes ni apoyo constante, incluso su talento se ve limitado por la sobreexigencia.

Un cierre con sabor a reflexión
Este sábado, Colombia enfrentará a Turquía por el puesto 19 del torneo. Un partido que, más allá de la posición final, será clave para cerrar con algo de dignidad y aprendizaje un campeonato marcado por los altibajos.
Todo esto ocurre mientras al otro lado del cuadro, España clasifica a la gran final del Mundial bajo la dirección del colombiano Fredison Mosquera. Un contraste que duele: mientras otros países apuestan por técnicos nacionales con procesos sólidos, en Colombia se nombró a Ángelo Quiceno como seleccionador principal con menos de dos meses de preparación. El resultado, aunque valiente por parte de los jugadores, termina reflejando una gestión que no estuvo a la altura de un Mundial.
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