La Catedral del squash volvió a hablar en voz alta. Y esta vez, aunque los gritos de victoria no fueron colombianos, el eco de la entrega, el coraje y el legado resonó con fuerza en las paredes de Birmingham. En tercera ronda del British Open, Miguel Ángel Rodríguez y Juan Camilo Vargas se midieron ante los números 1 y 2 del mundo respectivamente, y aunque ambos encuentros se resolvieron en sets corridos, dejaron respeto.
El turno de Rodríguez, campeón en 2018 y leyenda viva del squash latinoamericano, fue el último partido de la jornada del martes. Frente a él, el actual número uno del mundo y flamante campeón mundial: el egipcio Mostafa Asal. El contexto era exigente desde el saque inicial, pero más aún después del maratón emocional y físico que vivió el colombiano en la ronda anterior, cuando remontó un 6-10 en contra y salvó cuatro bolas de partido ante Patrick Rooney en un duelo de 88 minutos que ya forma parte de la memoria del torneo.
Esta vez, el cuerpo no alcanzó. El egipcio, 15 años más joven y con un día extra de descanso, jugó con inteligencia y sin riesgos. Su estrategia fue clara: mover a Rodríguez de esquina a esquina y acelerar los intercambios. El resultado fue un 11-4 / 11-4 / 11-4 en apenas 27 minutos. Pero más allá del marcador, lo que quedó fue el respeto. Al finalizar el partido, Asal fue contundente: “Todo el mérito es suyo. Llegar a estas rondas a los 39 años demuestra lo gran jugador que es. ¡Todos quieren a Miguel!”. Un homenaje espontáneo que selló el valor simbólico de su despedida.
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Un día después, Juan Camilo Vargas enfrentó su propio Everest. Del otro lado de la cancha, el peruano Diego Elías, número 2 del mundo, favorito al título y dominador histórico en los duelos regionales. A diferencia de su victoria por walkover en el Motor City Open de febrero, esta vez sí se vieron las caras y la diferencia fue evidente. Elías ganó 11-5 / 11-6 / 11-4, usando su capacidad física y su control para llevar siempre el ritmo del juego.
Aun así, la presencia de Vargas entre los 16 mejores de un torneo de este nivel es un logro enorme. Dos victorias previas, ambas por 3-0, dan cuenta del crecimiento del bogotano y del momento que vive el squash colombiano. El propio Elías lo reconoció al cierre del encuentro: “Su clasificación a octavos de final del Abierto Británico es muy importante para Sudamérica. El squash está creciendo en la región, y eso es bueno de ver”.
Con estas dos derrotas, se cerró la participación colombiana en Birmingham. Pero más que eliminaciones, lo que queda es la imagen de dos representantes que, desde lugares distintos —la consagración de una leyenda y el ascenso firme de un nuevo referente—, dejaron huella. No se trató de un adiós triste, sino de un cierre valiente ante los mejores del mundo.
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