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Juan Diego Ortiz sorprende al favorito y conquista Turquía

Desde Pasto hasta Estambul, Juan Diego Ortiz silenció a la afición local con un nocaut demoledor en el segundo asalto y se coronó campeón internacional plata del WBC.

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Foto: @BoxeodeColombia

Estambul, 26 de junio de 2025. En una noche que prometía gloria para el boxeo turco, fue un colombiano el que se robó la escena. Juan Diego Ortiz, nacido en Pasto y apodado “La Maquina”, derribó con contundencia al ídolo local Serhat Güler en el segundo asalto y se coronó campeón internacional plata del Consejo Mundial de Boxeo (WBC) en el peso mediano.

Lo hizo en el corazón del Sinan Erdem Sport Complex, ante una multitud que esperaba ver el renacimiento de su figura nacional. Pero el que resurgió fue otro: un guerrero andino que peleó con corazón, hambre y patria.

Era la primera vez que el cinturón plata del WBC se disputaba en suelo turco. La velada, organizada por la promotora Mega Fight Arena, reunió a los máximos referentes del boxeo local, con figuras como Ahmet Öner, Levent Çukur, Serdar Avcı y Tuncay Tavukçu presenciando el espectáculo. Todo estaba preparado para una noche inolvidable para el boxeo turco. Y lo fue, pero no como esperaban.

Foto: @megafightarenaseries

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Güler (8-2), de 29 años y originario de Estambul, venía de una dolorosa derrota en una pelea benéfica frente al argentino Martín Ezequiel Bulacio. Esa mancha encendió las alarmas en su esquina, y el descenso a la categoría mediana parecía un intento desesperado por recuperar terreno. Con 157.8 libras en la báscula y una racha de tres victorias en sus últimos cuatro combates, el turco parecía en condiciones de imponer condiciones. Pero en frente estaba un rival tan desconocido como peligroso.

Ortiz (10-1), con base en Pasto, Colombia, llegó con bajo perfil a Estambul. Sus nueve victorias previas fueron en el circuito sudamericano y su nombre apenas figuraba en los radares internacionales. Pero detrás de su ficha modesta había un pasado combativo: había intentado clasificar a los Juegos Olímpicos en Italia y Tailandia, sin lograrlo, pero ganando experiencia invaluable. Con 167.5 libras y mayor envergadura física, La Maquina llegó dispuesto a aprovechar su oportunidad.

 

 

Desde el primer asalto, Ortiz mostró lo que había venido a hacer. Güler tambaleó temprano, sorprendido por la potencia y el ritmo del colombiano. El segundo asalto fue decisivo: un golpe demoledor lo mandó a la lona. Aunque el turco logró ponerse de pie, el castigo continuó sin tregua. El árbitro alemán Jürgen Langos detuvo la pelea de inmediato, decretando el nocaut técnico y la victoria del colombiano.

Silencio. Incredulidad. Asombro. Mientras Öner y Çukur intentaban asimilar el golpe, Juan Diego Ortiz levantaba los brazos y con ellos, la bandera de Colombia. En una noche que prometía redención para Güler, Ortiz reescribió el guion. Lo hizo con potencia, estrategia y valentía.

Foto: @megafightarenaseries

La ceremonia de pesaje, realizada un día antes en el Meydan AVM de Ümraniye, había mostrado a un Ortiz sereno y enfocado. Esa misma determinación la trasladó al ring. Y es que no fue a improvisar. No fue a cumplir. Fue a hacer historia.

Juan Diego Ortiz llevó consigo mucho más que un par de guantes. Llevó su apellido, su región, y una manera de entender la vida: con esfuerzo silencioso y convicción inquebrantable. Su triunfo no solo representa una victoria deportiva, sino también un símbolo de resistencia y superación para el boxeo colombiano.

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